Además de por otros muchos aspectos, ver (o volver a ver) Gattaca en este año 2008 tiene un aliciente añadido: comprobar que lo que en 1997 fue tachado de argumento poco verosímil podría ser algo más que ficción en un futuro próximo.
No es una película de Ciencia Ficción al uso. En Gattaca se renuncia de forma completamente premeditada a distraer al espectador con el uso de complejos y espectaculares efectos especiales. No se trata de un problema de presupuesto, sino de toda una declaración de intenciones sobre lo que la película nos ofrece.
El panorama del mañana que nos propone Gattaca no puede ser más inquietante: la mayor parte de las concepciones se producen seleccionando en el laboratorio (eso sí, partiendo del material genético de los padres) individuos con una alta probabilidad de supervivencia, desterrando de su material genético enfermedades y malformaciones. Hasta aquí, se puede pensar que el panorama es tentador, pero, pensándolo bien, ¿cómo reaccionaría nuestra sociedad actual si no solamente pudiera controlar el nacimiento de individuos sanos sino también conocer el perfil genético de, por ejemplo, candidatos a un puesto de trabajo? Esa es la base del argumento: aunque, en teoría, la discriminación por ese motivo (lo denominan genomismo) está prohibida, es inevitable que el factor determinante para asignar un puesto de responsabilidad sea, no sólo las capacidades actuales del candidato, sino también la perfección de su material genético.
De esta forma, para entrar en Gattaca (una especie de Cabo Cañaveral desde donde parten las naves espaciales), uno puede ser un "hijo de Dios" (concebido sin control genético), en cuyo caso estará destinado a tareas de mantenimiento y limpieza, o ser uno de esos "superhombres", cuya pureza genética, no solamente se evaluará al acceder al puesto, sino que será comprobada periódicamente mediante análisis de sangre y orina e incluso de los restos epiteliales que quedan en los teclados que manejan.
En este atractivo marco (para el espectador, no para vivir en él, claro), Vincent, un "no válido" o "hijo de Dios", con un alto porcentaje de posibilidades de morir por muerte natural a la edad de 30 años, decide nadar contra corriente e intentar lograr el que ha sido su sueño desde niño: llegar a viajar al espacio, honor reservado para los "válidos". Previamente a ello, tiene especial interés la relación con su hermano pequeño, que sí fue concebido en el laboratorio, y al que Vincent ve más como un estímulo que como la imagen que le recuerda día a día que hay cosas para las que no está destinado.
Pero, adquirir una nueva identidad no es tarea fácil en el mundo de Gattaca. Para empezar, debe contar con la colaboración de un "válido" que le provea de una personalidad nueva y le "preste", además de su nombre, su sangre, su orina, sus restos epiteliales... Se deja entrever que detrás de todo, hay organizaciones ilegales que se ocupan de proporcionar especímenes "válidos" que, por diversas razones, han dejado de estar inmersos en la vida pública.
Éste es el caso de un antiguo campeón de natación que quedó paralítico tras un accidente de automóvil (no voy a desvelar más, pero...) y que se ofrece a prestar su ayuda (e identidad) a Vincent, más bien por sentir que en parte va a alcanzar las metas que su invalidez le negó que por otra razón.
Comienza entonces una agónica puesta en escena en la que el espectador se ve inmerso en la paranoia de saber que una simple pestaña caída puede hacer que el protagonista sea desenmascarado. Realmente, hay instantes de gran tensión.
Y como telón de fondo, unos personajes complejos y verosímiles, como lo son las relacciones amor-odio de Vincent con su hermano y el hombre de quien toma su identidad.
En apenas media docena de personajes, vemos reflejadas diversas actitudes frente a la vida: el que acepta su destino e intenta ser feliz con él (la chica, de la que no hemos hablado por no desvelar la trama), quien no supo estar a la altura de sus capacidades, el que teniéndolo todo admira el arrojo de quien no lo tiene y, por supuesto, el afán de superación y rebeldía de quien no consiente que un puñado de agoreras "probabilidades genéticas" le impidan cumplir su sueño.
Merece la pena buscar el DVD y sentarse a disfrutarlo: por primera o segunda vez; tanto da.
Aunque no me guste hacer propaganda comercial, yo lo conseguí en la Web de El Corte Inglés.