Reseña: Los Talentos

Antes de nada, puntualizar que, como me sucedió en el caso de "Astur", no se trata de una novela de ciencia ficción, aunque no esté exenta de una gran dosis de fantasía, perfectamente integrada, por cierto, en una historia cotidiana y costumbrista muy bien elaborada y carente de los altibajos que cabría esperar en dos autores noveles como son Mayte Moro y José Luis Latorre.
Segunda apreciación: Mayte Moro es mi hermana. Sin embargo, de no haberme merecido la pena reseñar su novela, habría bastado con no hacerlo. Ni ella me lo pidió ni yo se lo ofrecí. Quien me conozca sabrá que hablaré de una novela que he leído, sin quitarle ni ponerle nada por el hecho del parentesco que me a los autores.
Lo primero que llama la atención, nada más empezar a leer la novela, es su lenguaje fresco, en ocasiones dotado de unos tintes coloquiales de los que yo huyo como escritor y a los que juzgo con dureza como lector. "Los Talentos" ha superado con creces mi prueba personal, pues esa forma de narrar obedece a un estilo, no a ingenuidad o poco oficio de los autores, descubriéndose en cada párrafo un dominio de la expresión escrita digna de elogio, así como un cuidado control y conocimiento del lenguaje. La prueba de que ese primer juicio fue erróneo por mi parte es que uno "entra" en la novela y se deja llevar con gusto de la mano del narrador; en realidad, la narradora, pues está contado en primera persona por la protagonista, lo que justifica aún más la necesidad de expresarse de forma menos encorsetada y aséptica que cuando la historia es conducida de forma impersonal.
Ella, la protagonista, posee un don (no descubro nada, ya que lo confiesa en las primeras páginas), aquello que en una novela de ciencia ficción se denominaría "poderes". Tiene que vivir con ese don (o esos "talentos") desde muy joven, y comienza la historia relatándonos cómo creció sabiendo que era distinta y teniendo que hacer frente a algo que ni comprendía ni controlaba.
Nada de superhéroes al uso ni (en contraposición) personajes torturados y retorcidos, sino, simple y llanamente, una persona normal, enfrentándose a una peculiaridad de tal magnitud como poder "saber cosas" de quienes le rodean o percibir aquello que les sucederá a corto o medio plazo.
La novela nos va desgranando y presentando la vida de la protagonista tal y como ella la afronta; como si la contase para sí misma y no para otras personas. Es la mejor manera de compartir sus experiencias, dudas, tragedias y descubrimientos personales.
Lejos de tratarse de una obra que nace como un mero vehículo para contarnos experiencias personales que no interesarían de otra manera, "Los Talentos" bebe por partes iguales de las vivencias, anhelos, decepciones e ilusiones de los autores (la ventaja que de Mayte sea mi hermana es que he podido entrever, más o menos diluidos, aspectos así). Incluso, puede que haya retazos de "lo que pudo haber sido y no fue". Todo ello, formando un todo del que es imposible separar la aportación personal de la mera ficción, lo cual es lo que uno espera de alguien que tiene algo que contar y sabe hacerlo, dejando en la obra algo de sí mismo, pero sin caer en biografías encubiertas.
Los personajes son correctos, puede que algo estereotipados, aunque tremendamente humanos y verosímiles. Del mismo modo, también las situaciones a las que se enfrentan resultan creíbles, como las descripciones, dotadas de la inevitable impronta del narrador que debe caracterizar a un relato en primera persona.
La trama es envolvente y gana interés a cada página, careciendo, tal y como he señalado antes, de los molestos altibajos que aparecen habitualmente en una opera prima.
En el aspecto formal, buena portada y cuidada maquetación.
En resumen, una novela interesante, muy bien escrita, que atrapa al lector y cargada, además, de una gran dosis de sensibilidad (que no sensiblería).
Francamente, he disfrutado leyéndola, desintoxicándome un poco, de paso, de ciencia ficción.
Dos cosas para terminar: recomiendo encarecidamente su lectura, aunque... por favor, insensibles, abstenerse.

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El siguiente artículo se me ocurrió ayer según me ponía en la piel de un lector potencial. ¿Qué pensaría de las obras que, en lugar de aparecer publicadas por una editorial tradicional al uso, encarga, imprime e incluso distribuye el propio autor?
Francamente, en ese momento me di cuenta de los errores y prejuicios en los que uno puede caer:
  • El que se autoedita ofrece obras rechazadas por editoriales, que no ganan concursos... En resumen: que no parecen tener interés.
  • La calidad de lo autoeditado está muy por debajo de lo que uno puede adquirir por el mismo (o inferior) precio, con la garantía de "calidad" que supone su edición "de verdad".
  • Es el recurso del mal escritor, del fracasado, del que no lo es, del que no tiene nada que contar o lo hace de una forma impresentable... No merece la pena si ha sido desechada por los profesionales de la edición.
Seguro que podrían esgrimirse más razones, aparentemente lógicas, para explicar que alguien haya decidido publicar él mismo su obra, y existen (me consta que así es) multitud de casos en los que el problema es la calidad de la obra o la presentación de la misma. Dejemos por un momento de lado esos despropósitos (que "haberlos, haylos", y muchos) y centrémonos en las razones que pueden llevar a un autor a decidirse por publicar él mismo su obra.
En primer lugar, señalar que, gracias a la oportunidad que me ofreció Pedro García Bilbao, tengo ya publicadas 6 novelas en su editorial (Silente), y puede que pudiera haberle insistido para que hiciera lo mismo con alguna de las que no pertenecen a la misma colección, pero no era esa mi meta ni quería abusar de su generosidad.

En fin, que para ir al grano, expondré aquí las razones que me llevaron a publicar yo mismo ya 8 novelas, cinco de las cuales pertenecen a una misma serie (o saga, como queráis llamarlo):
  • El lector potencial puede "separar el grano de la paja": previsualizaciones, reseñas, capítulos de libre descarga, el propio "nombre" que vaya adquiriendo el autor... ¿Realmente no se puede hacer uno a la idea de si la obra va contar o no con el mínimo de calidad que se supone que garantiza una editorial?
  • En caso de que la obra interesase a alguna editorial "grande", ésta y todos los derechos pertenecen en exclusiva al autor, por lo que, puestos a vender pequeñas cantidades, es mejor hacerlo uno mismo que en una pequeña editorial, que puede resultar un impedimento para dar ese "salto" con el que muchos autores soñamos.
  • Uno escribe para sí mismo y para sus lectores, sin ningún otro tipo de traba ni pensar en qué es lo que le puede interesar a una editorial ni siendo presionado por ésta para, según sea el caso y a modo de ejemplo, escribir segundas partes o, por el contrario, no hacerlo si no interesa comercialmente.
  • Los plazos los impone uno en función de sus apetencia, disponibilidad o peticiones de los lectores. En mi caso, el hecho de poder escribir líbremente una serie es un valor añadido a mi actividad. En otro caso, si dependiera de terceros, puede que me viese obligado a prolongar mi saga más de lo que me pareciera conveniente o se me forzase a concluirla cuando, al menos para mí, se encontrase en el punto álgido.
  • Si, además de un distribuidor, como es mi caso con Cyberdark, uno se anima a confeccionar una tienda online y envía personalmente sus novelas, comprenderá lo gratificante que resulta el contacto directo con el lector: personas desconocidas hasta entonces, que te leen y esperan las nuevas novelas dedicándote palabras de ánimo.

Pero no es un camino fácil... El autor debe encargarse de buscar a alguien o aprender a maquetar la obra, corregirla, hacer una portada que no desmerezca el contenido y (si se decide por la independencia absoluta y no adherirse a una empresa de autopublicación como Lulu.com o Bubok.es) tratar directamente con el proveedor de impresión y saber que el material entregado debe estar en condiciones completamente óptimas, so pena de encontrarse con 30, 50 o más ejemplares defectuosos. También recaerá sobre él el peso de la difusión y propaganda; un auténtico calvario que desmiente la figura del autor-editor que, tras publicar una mala novela, se sienta a esperar a que lleguen unos lectores que no merece.

Supongo que habrá quien, a pesar de mis razonamientos, siga pensando que opté por autopublicarme después de varios fracasos y como última opción. Bien, en ese caso, no me queda más que asegurarle que únicamente me he presentado en el apartado de novela a dos concursos en mi vida (Minotauro y Barco de Vapor) y no he enviado nunca mis novelas a ninguna editorial; no puedo decir más. Seré raro, pero ésta es la opción por la que me he decantado.

En fin, que, a mis presentes y futuros detractores, si los hubiera, pedirles que juzguen o menosprecien mi obra por su contenido, no por el medio que he elegido para difundirla...

NOTA (21/01/2009): Por supuesto, no intento desmerecer la labor de las editoriales que, día a día, luchan por ofrecer contenidos de calidad ni aquellas (pocas) que apuestan por nuevos autores o reeditar a aquellos que cayeron en el olvido. Me limito a explicar por qué las obras autoeditadas pueden ser una opción más para el lector.

© 2009 Santyago Moro

Reseña: "Astur"

Aunque, obviamente, no se trate de una novela de ciencia ficción, no puedo dejar de aprovechar este espacio para reseñar otro tipo de narrativas siempre que las obras lo merezcan, al menos desde mi punto de vista.
Éste es el caso de "Astur" de Isabel San Sebastián, ejemplo de ficción dentro de la Historia, entremezcladas ambas con un buen hacer excelente, sin que el lector sea capaz de entrever dónde termina la una y comienza la otra.
"Astur" es una novela en la que la Historia se pone al servicio del argumento y la vida de los personajes de ficción, y no al contrario, como sucede en ocasiones, en las que parece como si el autor quisiera justificar el duro trabajo previo de documentación, haciendo un alarde de descripción del momento histórico que no le hace precisamente un favor al ritmo de la narración.
Comienza la novela con un cierto exceso de adjetivos y metáforas que amenazan con un estilo demasiado "empalagoso" y difícil de seguir en caso de mantenerse durante toda la obra. Al menos, no parece tratarse de presunción ni de falta de oficio de San Sebastián, sino de un mero recurso para adentrarnos en un mundo de magia y rituales ancestrales, unidos intrínsecamente a la Naturaleza, y de ahí las constantes referencias a ésta.
Por suerte, una vez "metidos en harina", el estilo se vuelve más fluido, aunque sin renunciar a una parte de los adornos que, ahora sí, enriquecen enormemente la obra sin distraernos del argumento ni dificultando su lectura.
Es ésta una historia épica, en la que los sentimientos chocan contra una realidad y un destino que les son adversos, y en la que los personajes están perfectamente definidos y gozan de una personalidad propia: creíble y muy humana. Los héroes lo son por su determinación y fuerza, no por una aureola de dignidad y conocimiento de su destino que les habría despojado de la verosimilitud que desbordan.
Únicamente en la recta final de la novela, me ha parecido como si el desenlace de las vidas de los protagonistas hubiera cedido demasiado a la narración de los acontecimientos históricos, provocando una cierta sensación de impaciencia en el lector, identificado a esa altura con ellos y deseoso de conocer al detalle el final de sus aventuras. Sin embargo, esto no desmerece en absoluto la novela ni deja ningún tipo de sensación negativa sobre ella, obedeciendo, probablemente, al inevitable "mal de altura" que se percibe cuando se está terminando de escribir y la palabra "FIN" nos hace titubear y hasta dudar de si estamos acabando de forma demasiado apresurada o, por contra, alargando más de lo recomendable el desenlace. De todas formas, el lector puede también sufrir ese "mal de altura", por lo que ésta es la apreciación más subjetiva de la presente reseña.
Sin atreverme a hablar de influencias, "Astur" entraría por méritos propios en el selecto grupo de buena ficción histórica, codeándose sin complejos con "Los pilares de la Tierra" o "La catedral del mar", por poner dos ejemplos populares. Quizá... Incluso... ¿Por qué no decirlo?... Los que la habéis leído, ¿no os vino a la mente en algún momento "El clan del oso cavernario"? Ya me diréis si son únicamente fantasías mías...
Añadir que "Astur", más que la primera parte de "La visigoda", es una precuela de ésta, escrita con posterioridad a pesar de contar una historia anterior en el tiempo.
La edición impecable; la portada espectacular. Lástima que, sin contener faltas graves, la corrección no esté pulida del todo, necesitando alguna que otra coma y poco más.
En resumen: una buena y recomendable novela, fruto de un trabajo metódico y una sensibilidad extraordinaria.

© 2009 Santyago Moro

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