Reseña: La última conspiración

El fenómeno de los libros de ciencia ficción "de bolsillo" (también se llamaban novelas de "a duro"), me pilló demasiado joven, pero pude acceder a ellas a través de alguien muy querido cuando tenía doce años.
Se trataba de novelas que prometían hacer pasar un buen rato. No eran (en principio) narraciones de una calidad excepcional, pero cumplían su cometido con creces.
Sin embargo, entre la gran cantidad de "novelillas del espacio", como las llamábamos a veces, uno encontraba auténticas joyas que se caracterizaban por un estilo más depurado y el buen hacer de sus autores. ¡Qué decir sobre Pascual Enguídanos y Ángel Torres Quesada (a quien tengo el honor de contar entre mis amigos)!
¿Qué tiene que ver esto que os cuento con la novela de Josué Ramos? Sencillamente, porque, de haberse publicado en aquella época y con ese formato, habría sido de las novelas que marcaban la diferencia, destacando sobre el resto.
La extensión es la habitual de las novelas a las que me refiero (que no excedían de los 200.000 caracteres) y su pretensión es la de entretener y, quizás, hacernos discurrir sobre la posibilidad de una realidad que no es tal.
El tratamiento de las mentes artificiales es más que correcta; no entra en difíciles y farragosas explicaciones que justifiquen técnicamente algo que no es vital para el argumento. En ocasiones resulta más creíble dar por hecho las cosas que inventarse pueriles o enrevesados términos que, más que ayudar al lector a seguir la trama, le apartan de ésta.
El argumento, interesante; la técnica narrativa, fluida y amena; los personajes, bien construidos.
Los momentos en los que los protagonistas se enfrentan a situaciones que no son reales están bien dosificados: lo justo como para que nos inquietemos sin perder el norte de dónde está de verdad la realidad. Josué logra que no nos perdamos en intrincados laberintos en los que nosotros mismos terminemos por no saber lo que es real y lo que no... y no es fácil, porque podría haber hecho que el lector perdiera el interés si hubiera abusado más de las situaciones de este tipo.
¿Fallos? No me gusta utilizar ese término, y menos en novelas que me han convencido. Quizás, por no parecer excesivamente benigno, decir que estoy convencido de que los posibles (y pocos) "peros" son únicamente achacables a la juventud y bisoñez del autor. Como lector, estoy impaciente por ver cómo evoluciona este nuevo autor de ciencia ficción, como escritor... me siento algo menos entusiasmado: me ha salido un serio competidor...

Puedes adquirir o descargar la novela (en edición de bolsillo o formato novela) pinchando sobre este enlace

Vídeo: ASCI-III

Video de "Las huellas del pasado"

Reseña: Asci-III

No voy a hacer yo el comentario porque se trata de una novela mía. Lo que sí voy a hacer es poner un enlace al blog de mi amigo Yosu, que ha tenido a bien comentarla... ¡gracias!
Otro buen amigo, Enrique Timón, también va a hacer una reseña, pero más extensa y a fondo (glups). La pondré en cuanto la cuelgue.
Se trata de Cámara Abierta 2.0.

RESEÑA: La velocidad de la oscuridad


Elizabeth Moon aborda en La velocidad de la oscuridad un tema, por desgracia, harto conocido por ella: el autismo (tiene un hijo que tiene ese problema). Sin embargo, su conocimiento sobre esa disfunción no hace que la novela sea una mera enumeración de síntomas o situaciones que pueden darse en la vida de un autista, sino que lo utiliza para que el protagonista -Lou Arrendale- pueda mostrarnos en primera persona cómo es la vida cotidiana de una persona autista cuyo coeficiente intelectual y capacidad de resolución de problemas lógicos contrastan con una nefasta capacidad para relacionarse con su entorno.
La idea del autista-genio no es nueva y, ciertamente, resulta muy tentador echar mano de ella, pero, al igual que a veces se agradece encontrarse con una nueva y original idea, también resulta especialmente agradable toparse con un excelente manejo de un concepto menos novedoso.
Quien quiera leer entre líneas, además de sufrir, emocionarse y enternecerse con las vicisitudes de la vida del protagonista, sabrá encontrar con facilidad un ejercicio de crítica de la sociedad vista "desde fuera" de la sociedad, sin moralejas fáciles ni juicios demagógicos; únicamente se trata de vernos bajo la mirada de alguien que, para bien o para mal (queda al criterio del lector decidirlo) no es como nosotros mismos.
Y sin embargo, un síntoma de que la novela, guste o no, está bien construida es que no es difícil encontrar cierta similitud entre alguna de las manías o fobias de Luo Arrendale y nuestro "yo" más complicado, oscuro y socialmente retorcido.
¿Es La velocidad de la oscuridad realmente una historia de Ciencia Ficción? Me atrevo a decir que sí. No es una narración costumbrista ni una mera exposición de cómo puede ser o comportarse una persona autista, sino que va más allá y no le faltan elementos de especulación.
El título hace referencia al razonamiento de que la oscuridad debe viajar a una velocidad mayor que la de la luz, puesto que ésta última nunca logra alcanzarla. La luz sería el orden, el conocimiento; la oscuridad (siempre empeñada en huir de la luz y presta a ocupar su lugar) el caos y la ignorancia.
© Sam 2007