Tan lícito puede ser retomar una vieja historia, respetando los patrones que ésta seguía en su día, como partir de ella y desarrollar un escenario distinto sin apenas echar la vista atrás. Como declaración de intenciones, y porque como muestra vale un botón, un "cambio de sexo" (y de personalidad) en uno de los personajes principales: Starbuck.
Sin embargo, como telón de fondo, y con una puesta en escena más verosímil y agónica, la nueva serie conserva, como fuerte nexo de unión con su predecesora, la idea de un puñado de supervivientes humanos resistiendo a duras penas en circunstancias angustiosas a las intenciones de exterminio de los seres artificiales que ellos crearon; los Cylon. Un mismo hilo conductor y una misma esperanza: llegar al legendario planeta Tierra... no nos engañemos, nunca llegarán... la tentación de no cerrar la puerta a una nueva temporada es demasiado intensa. Quizás me equivoque; ojalá llegasen y pudiéramos asistir al momento en que lo hicieran. Es curioso que, en lugar de ser los supervivientes terrestres que buscan un quimérico paraíso, alguien, al inicio de la primera serie, tuviera la ingeniosa idea de que la Tierra fuera el mundo que ellos buscan y del que hablan las viejas tradiciones de las doce colonias. La idea no es nueva, pero sí poco frecuente.
Un diez a los efectos, otro a las tomas y planos dignos de un buen documental. ¿Seguimos con los dieces? Pues, ya puestos, démosle otro al anacronismo tecnológico de la puesta en escena (nada de hologramas, pistolas láser o diminutos comunicadores). En una ocasión, viendo cómo Adama tomaba en sus manos un enorme teléfono para dirigirse a la flota, mi mujer me preguntó, "Eso parece sacado de la Saga de los Aznar, ¿no?"... Quizás... Pero, tras pensármelo un poco, le contesté "Los Aznares no están tan tristes". Aunque él, el almirante Adama, sí tiene ese algo de líder paternalista y entregado que coquetea en ocasiones con la ilegalidad y, por qué no decirlo, también con la dictadura militar.
A muchos les puede parecer que la evolución de las viejas y entrañables "tostadoras" (ahora relegadas al papel de meros soldados), hasta convertirse en organismos casi idénticos a los propios humanos, es demasiado inverosímil y "metido con calzador", pero también es cierto que da mucho juego a la serie. Quizás sea exagerado su fanatismo religioso, pero, ¿quién sabe cómo se comportaría un ser como ellos? ¿Cómo buscaría la eternidad, un sentido a su "vida", un organismo como los Cylon? El caso es que su aparición da una vuelta de tuerca más al dramatismo de la serie; principalmente en la primera temporada, en la que se desata la paranoia de los humanos de la flota.
Hay algo que me gusta, pero que inquieta a los que prefieren historias más simples y fáciles de digerir; no hay malos puros, no hay buenos puros... Mientras escribía este torpe artículo me ha dado por pensar qué personaje (cylon incluídos) no me ha provocado en algún instante un sentimiento de animadversión y en otro momento de simpatía a lo largo de la serie. Puede que sea demasiado magnánimo con los malos y duro con los buenos, pero es así; como en la vida real, ¿qué personaje "positivo" no hace en la serie algo deplorable o que no goza de la simpatía del espectador? ¿Acaso no demuestran Gayus Baltar, la infable Cáprica (nº 6) o el resto de los Cylon orgánicos en algún episodio tener algún sentimiento noble más o menos escondido en el fondo de su corazón? Puede que esos momentos en los que se intenta hacer que el carácter de los personajes sea paradójico y contradictorio sean algo pueriles y facilones, pero estamos ante una serie de televisión, con todas las facilidades e impedimentos que ello conlleva, por lo que se agradece el intento, y éste es bastante serio teniendo en cuenta las circunstancias.
La serie es dramática; que nadie espere un devenir de encuentros más o menos espectaculares de los personajes con situaciones de las que salen con distinta dificultad en cada episodio. Muchas de las historias que aparecen en Galáctica quedan sin resolver, lo hacen a medias, quedando en el aire o no terminando como nosotros quisiéramos o esperaríamos. En otras ocasiones, el dramatismo se ha llevado al límite para tratarse de una serie de Ciencia Ficción. Me viene a la memoria la impresionante escena en la que el Coronel Tigh sabe que debe acabar él mismo con la vida de su mujer porque ésta ha traicionado a los humanos. El límite, para lo que estamos acostumbrados, habría estado en que otro lo hiciera. Galáctica traspasó ese límite en aquella ocasión, proporcionándonos, a mi modo de ver, uno de los momentos más trágicos, duros y difíciles de digerir.
En fin, no hay nada perfecto, y Galáctica puede resultar en ocasiones demasiado retorcida y oscura, puede que incluso algo deprimente para algunos. También es posible que abuse de repetir golpes de efecto, como la nº 6 que se le aparece a Gayus Baltar en sus pensamientos, o que puedan considerarse machaconas algunas ideas y situaciones, pero el conjunto me parece atrevido, original y, principalmente, aporta savia nueva a las series de Ciencia Ficción.
© Sam 2007