Reseña publicada en el foro GHW por Pedro Sorribes de Madaria el 2/2/2009:

Poca veces es dable a un grupo con afición literaria concreta contemplar el ciclo de formación de un autor. Nosotros hemos sido afortunados con Santyago Moro, lo hemos visto y leído en sus comienzos y lo vemos hoy instalado en su madurez. Hemos seguido paso a paso su nacimiento como escritor aficionado a la ciencia ficción pasar por la de: autor de ciencia ficción sin paliativos. Y ahora podemos decir que se instala en una madurez acendrada.

Viene esto a cuento de la última entrega de sus Crónicas de la Federación. Los dioses de la noche. Novela de madurez, dentro de su personal saga. Sam abandona los titubeos de las primera parte de sus crónicas, que inevitablemente conducían al lector a una sensación de indebida expansión de su texto, con derivaciones y
meandros, que ralentizaban su pulso, para instalarse, sin perder una tilde de su personal estilo, en un modo más directo, suelto y resuelto, carente de derivaciones. Dioses, es la más corta de las novelas de Crónicas. Entre ochenta y cien paginas menos que cada una de las otras cuatro. Pero en ella no es que se adivina, es que se constata la presencia de un autor maduro, que escribe con
espontaneidad y soltura, sin preocuparse de alcanzar una extensión determinada, que es algo muy secundario.

Dioses, carece de espacios muertos, de circunloquios que distraigan de su trepidante acción. Y contiene todos los elementos de la épica de la CF: Aventura en tierra exótica, viaje iniciático para nuestro joven protagonista, y como siempre una colección insustituible de personajes ya trazados desde las primera novela, que el paso del tiempo enriquece. Hasta se permite introducir a la siguiente
generación en el protagonismo de sus crónicas. Lo que demuestra el dinamismo con el que el autor concibe su saga, alejada del concepto de relatos de una misma situación, donde nadie envejece, y nadie nuevo se incorpora, y la historia se recicla una y otra vez, con argumentos diferentes, pero siempre con los mismos acartonados personajes, que acaban siendo su propia caricatura. Vamos, como
Bonanza y la Casa de la Pradera. Con Sam no nos pasa esto, sus crónicas avanzan en el tiempo, y las generaciones se suceden, como debe ser.

No voy a destripar a nadie la novela pero si diré. Que en ella aparecen dos nuevos hallazgos que empalidecen al anterior de la materia inteligente: Los universos paralelos y los propios dioses; que preludian nuevos e interesantes derroteros. Y el que quieras saber qué son los tales, pues se lee la novela.

En cuanto a los menos... pues solo veo que el elemento romántico me lo tiene muy descuidado el autor. ¿Qué le hubiera costado meter un poquito de calor al asunto?
Nuestro Raúl, tiene mucho empuje, pero en ese asunto está abandonado por su desodorante Bueno ya lo dejará para la próxima continuación, que ya la tiene casi hecha...

© 2009 Pedro Sorribes de Madaria