El siguiente artículo se me ocurrió ayer según me ponía en la piel de un lector potencial. ¿Qué pensaría de las obras que, en lugar de aparecer publicadas por una editorial tradicional al uso, encarga, imprime e incluso distribuye el propio autor?
Francamente, en ese momento me di cuenta de los errores y prejuicios en los que uno puede caer:
  • El que se autoedita ofrece obras rechazadas por editoriales, que no ganan concursos... En resumen: que no parecen tener interés.
  • La calidad de lo autoeditado está muy por debajo de lo que uno puede adquirir por el mismo (o inferior) precio, con la garantía de "calidad" que supone su edición "de verdad".
  • Es el recurso del mal escritor, del fracasado, del que no lo es, del que no tiene nada que contar o lo hace de una forma impresentable... No merece la pena si ha sido desechada por los profesionales de la edición.
Seguro que podrían esgrimirse más razones, aparentemente lógicas, para explicar que alguien haya decidido publicar él mismo su obra, y existen (me consta que así es) multitud de casos en los que el problema es la calidad de la obra o la presentación de la misma. Dejemos por un momento de lado esos despropósitos (que "haberlos, haylos", y muchos) y centrémonos en las razones que pueden llevar a un autor a decidirse por publicar él mismo su obra.
En primer lugar, señalar que, gracias a la oportunidad que me ofreció Pedro García Bilbao, tengo ya publicadas 6 novelas en su editorial (Silente), y puede que pudiera haberle insistido para que hiciera lo mismo con alguna de las que no pertenecen a la misma colección, pero no era esa mi meta ni quería abusar de su generosidad.

En fin, que para ir al grano, expondré aquí las razones que me llevaron a publicar yo mismo ya 8 novelas, cinco de las cuales pertenecen a una misma serie (o saga, como queráis llamarlo):
  • El lector potencial puede "separar el grano de la paja": previsualizaciones, reseñas, capítulos de libre descarga, el propio "nombre" que vaya adquiriendo el autor... ¿Realmente no se puede hacer uno a la idea de si la obra va contar o no con el mínimo de calidad que se supone que garantiza una editorial?
  • En caso de que la obra interesase a alguna editorial "grande", ésta y todos los derechos pertenecen en exclusiva al autor, por lo que, puestos a vender pequeñas cantidades, es mejor hacerlo uno mismo que en una pequeña editorial, que puede resultar un impedimento para dar ese "salto" con el que muchos autores soñamos.
  • Uno escribe para sí mismo y para sus lectores, sin ningún otro tipo de traba ni pensar en qué es lo que le puede interesar a una editorial ni siendo presionado por ésta para, según sea el caso y a modo de ejemplo, escribir segundas partes o, por el contrario, no hacerlo si no interesa comercialmente.
  • Los plazos los impone uno en función de sus apetencia, disponibilidad o peticiones de los lectores. En mi caso, el hecho de poder escribir líbremente una serie es un valor añadido a mi actividad. En otro caso, si dependiera de terceros, puede que me viese obligado a prolongar mi saga más de lo que me pareciera conveniente o se me forzase a concluirla cuando, al menos para mí, se encontrase en el punto álgido.
  • Si, además de un distribuidor, como es mi caso con Cyberdark, uno se anima a confeccionar una tienda online y envía personalmente sus novelas, comprenderá lo gratificante que resulta el contacto directo con el lector: personas desconocidas hasta entonces, que te leen y esperan las nuevas novelas dedicándote palabras de ánimo.

Pero no es un camino fácil... El autor debe encargarse de buscar a alguien o aprender a maquetar la obra, corregirla, hacer una portada que no desmerezca el contenido y (si se decide por la independencia absoluta y no adherirse a una empresa de autopublicación como Lulu.com o Bubok.es) tratar directamente con el proveedor de impresión y saber que el material entregado debe estar en condiciones completamente óptimas, so pena de encontrarse con 30, 50 o más ejemplares defectuosos. También recaerá sobre él el peso de la difusión y propaganda; un auténtico calvario que desmiente la figura del autor-editor que, tras publicar una mala novela, se sienta a esperar a que lleguen unos lectores que no merece.

Supongo que habrá quien, a pesar de mis razonamientos, siga pensando que opté por autopublicarme después de varios fracasos y como última opción. Bien, en ese caso, no me queda más que asegurarle que únicamente me he presentado en el apartado de novela a dos concursos en mi vida (Minotauro y Barco de Vapor) y no he enviado nunca mis novelas a ninguna editorial; no puedo decir más. Seré raro, pero ésta es la opción por la que me he decantado.

En fin, que, a mis presentes y futuros detractores, si los hubiera, pedirles que juzguen o menosprecien mi obra por su contenido, no por el medio que he elegido para difundirla...

NOTA (21/01/2009): Por supuesto, no intento desmerecer la labor de las editoriales que, día a día, luchan por ofrecer contenidos de calidad ni aquellas (pocas) que apuestan por nuevos autores o reeditar a aquellos que cayeron en el olvido. Me limito a explicar por qué las obras autoeditadas pueden ser una opción más para el lector.

© 2009 Santyago Moro