Elizabeth Moon aborda en La velocidad de la oscuridad un tema, por desgracia, harto conocido por ella: el autismo (tiene un hijo que tiene ese problema). Sin embargo, su conocimiento sobre esa disfunción no hace que la novela sea una mera enumeración de síntomas o situaciones que pueden darse en la vida de un autista, sino que lo utiliza para que el protagonista -Lou Arrendale- pueda mostrarnos en primera persona cómo es la vida cotidiana de una persona autista cuyo coeficiente intelectual y capacidad de resolución de problemas lógicos contrastan con una nefasta capacidad para relacionarse con su entorno.
La idea del autista-genio no es nueva y, ciertamente, resulta muy tentador echar mano de ella, pero, al igual que a veces se agradece encontrarse con una nueva y original idea, también resulta especialmente agradable toparse con un excelente manejo de un concepto menos novedoso.
Quien quiera leer entre líneas, además de sufrir, emocionarse y enternecerse con las vicisitudes de la vida del protagonista, sabrá encontrar con facilidad un ejercicio de crítica de la sociedad vista "desde fuera" de la sociedad, sin moralejas fáciles ni juicios demagógicos; únicamente se trata de vernos bajo la mirada de alguien que, para bien o para mal (queda al criterio del lector decidirlo) no es como nosotros mismos.
Y sin embargo, un síntoma de que la novela, guste o no, está bien construida es que no es difícil encontrar cierta similitud entre alguna de las manías o fobias de Luo Arrendale y nuestro "yo" más complicado, oscuro y socialmente retorcido.
¿Es La velocidad de la oscuridad realmente una historia de Ciencia Ficción? Me atrevo a decir que sí. No es una narración costumbrista ni una mera exposición de cómo puede ser o comportarse una persona autista, sino que va más allá y no le faltan elementos de especulación.
El título hace referencia al razonamiento de que la oscuridad debe viajar a una velocidad mayor que la de la luz, puesto que ésta última nunca logra alcanzarla. La luz sería el orden, el conocimiento; la oscuridad (siempre empeñada en huir de la luz y presta a ocupar su lugar) el caos y la ignorancia.
© Sam 2007